Si me pongo a pensar la tolerancia a la frustración era un tema del que poco se hablaba, se escondía en el interior de la persona y paradójicamente “no existía”.
La visibilidad de la salud mental en los últimos años trajo varios conceptos a la luz, autoestima, depresión, consumos problemáticos, emociones y tolerancia a la frustración. Estaríamos muy equivocados si pensamos que nadie en algún momento se enfrentó frente a la frustración de algo que no ocurrió o no salió como esperaba.
Y, ¿Qué es la tolerancia a la frustración? Es un estado emocional y conductual positivo del organismo, que refleja la capacidad de espera, paciencia y calma, con actitud reflexiva, frente a una situación en la que un deseo, proyecto, ilusión o necesidad no se satisface o no se cumple. Estas situaciones pueden ser percibidas como incómodas o desmotivantes, pero cuando la persona las considera como un proceso de aprendizaje se habla de tolerancia a la frustración (Hidalgo & Soclle, 2011)
Los psicólogos, psicopedagogos y profesionales de la salud, trabajamos sobre ese tema junto a nuestros pacientes ,podemos encontrar mucha bibliografía seguramente sobre la intervención con ellos, pero hoy no quiero hacer énfasis en los pacientes sino en los profesionales, específicamente los psicólogos.
Pero… ¿Los psicólogos se frustran? ¡Claro que sí! La figura de los profesionales de la salud y en este caso de los psicólogos, logró, lo que conocemos como disociación, la figura del psicólogo se disocia de la figura de persona, y eso hace que muchas veces se piense que los psicólogos tienen la respuesta a todo, que no se frustran, que no se angustian y que saben cómo sobrellevar las cosas.
Lamento informarles que no es así. Capaz irrumpí una fantasía para algunos y para otros transmití cierto alivio, pero creo que es importante hablar y pensar acerca de la salud mental de los profesionales de la salud y de quienes cumplen el rol de ayudar a otros.
Los psicólogos también debemos trabajar continuamente en nuestra salud mental, para poder ayudar a otros y lo más importante, para nuestro bienestar.
Nadie nos dice cuando comenzamos con esta carrera, que la tolerancia a la frustración se debe volver, me atrevo a decir, una de las capacidades en el top principal del ejercicio profesional.
A diario nos enfrentamos con pacientes que abandonan los tratamientos sin aviso, que no siguen indicaciones, que sufren recaídas, y sería muy equívoco decir que esas situaciones no nos pueden llevar a frustrar. Ojo, la frustración no es mala, nos marca que hay algo por trabajar y aunque suene muy cliché, de los errores se aprenden.
Entonces, ¿Qué hacen los psicólogos para trabajar sobre sus frustraciones? Lo mismo que todos los seres humanos. Algunos hacen terapia, otros deporte, otros se reúnen con amigos para despejar su cabeza, porque como les mencioné anteriormente, somos personas.
Obviamente contamos con otros recursos para poder ejercer nuestra profesión de una manera más objetiva,
contando con espacios de supervisión, participando de grupos de estudios y capacitándonos constantemente.
Seguramente hoy saque el velo de la mirada de muchas personas, no sé si sea algo positivo o negativo, pero es importante ser consciente de esto. Los psicólogos a diario le decimos a los pacientes que deben hablar de lo que sienten, transmitir sus opiniones, trabajar sobre su tolerancia pero a la hora de ser profesional, pareciera que el rol es demostrar lo menos posible, ser objetivo y mostrarse lo más serio posible. ¿Qué pasa si rompemos con esa imagen ideal del profesional? ¿Y si los profesionales empiezan a transmitir lo que sienten? ¿Si admiten que se equivocan o que a veces sienten y se emocionan por el camino de sus pacientes? ¿Serían malos profesionales? ¿O simplemente serían profesionales humanos? Esperemos que en algún momento podamos responder esas preguntas.
Lic. Cynthia Rigoli